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jueves, 29 de noviembre de 2018

Y a mi que me importa sí ese alcalde no sirve


Por: Chico Paula

Tampoco me importa sí el son se fue de Cuba o que los mineros encarezcan la papa, sí el paludismo me pone a temblá o sí la mujer de Tomás tiene guararé. Quiero que sepan que a mi me importa un carajo todo. Todo, ¿oyeron? Que nadie venga a susurrarme esperanzas o pintarme pajaritos en estado de gestación. Ahorita mi compañero es el diablo, sépanlo bien. Mi compadre don Sata es quien reina y yo me arrimo a donde está el coroto. Hace rato deje de creer que por las buenas se consigue todo, al comprender que en el mundo manda la maldad.
Ya rompí las pesadas cadenas de religiones, de políticos buenos, de héroes, de mártires, de mujeres piadosas y de viejitas honorables, de pueblos luchadores, del amor soberano o de que Chávez vive. Eso se acabó. Quedó en el pasado. Ahora  se abrieron las puertas de éste mundo, de donde salí y voy a quedar sembrado, porque no tengo pasaporte ni para el cielo ni mucho menos de entrada al infierno. En éste mundo está todo. ¿Qué no hayamos descubierto porque estamos aquí? Esa es una vaina que escapa de mi comprensión y no me voy a preocupar mientras cuento los reales que tengo en Panamá y las Bahamas, o el festín que me aguarda con unas carajitas en un hotel de Curazao, o esperando el Ferrari que me envía Zucatto de Milán, o aceptando el crucero por el Mediterráneo, obsequiado por los malandros de Pdvsa.
Yo no cuento con las gandolas de Diosdado ni el chalet suizo de Aristóbulo ni el rancho tejano de Ramírez ni el oro de Tareck, tampoco con los hoteles cubanos de Maduro ni con las cuentas dolarizadas de las hijas de Chávez. Nada de eso. Yo malandreo con la comida de la gente. Tú sabes lo que es robarse la alimentación de un país. Da más que petróleo. Para eso me protegen mis panas verdes de ocho estrellas, el paisa Jairo Tabarquino, el cangaceiro Joao Maurinho, el guyanés Jack Turner y tantos y tantas que gozan un puyero robándose el condumio del pueblo crédulo.
Como no tengo corazón ni soy sentimental, me importa poco que me odien los curas, pastores, dirigentes sociales, viejitas piadosas o protectores de pobres y enfermos. Yo no gano nada con ser santo, al menos que esté dispuesto a pasar hambre, lleno de llagas y pateado por todos; para que después me prendan velas después de muerto. Nada de eso, a mí lo que me gusta es que me tengan miedo, me jalen, me adoren  por mis reales y aplastar al que se atraviese.
Con eso le contesto a la gente de Ciudad Piar, cuando me denuncian que el alcalde de allá no sirve pa ná. Yo estoy a otro nivel. Soy industrial, amigo de reyes, amante de actrices, pana del FMI, tomo caña con Uribe, ceno con Donald Trump, financio a los israelitas, bailo con las mulatas de Bolsonaro, me visto en Paris. Por eso, no quiero saber de novatos, de bodeguitas hediondas a kerosen, de ambulancias camuflajeadas, de indios cochaneros, de cartones de huevos o de conucos maiceros. Me importa poco su principiante de allá. ¡Ta claro!

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