Oscar Jiménez
La planificación gringa
conlleva lapsos previsibles, del antes y después, de su “torcedura de brazos” a
los países reacios a seguir la batuta
del big stick roosveliano. Lo repiten incesantemente, una y otra vez, desde los
tiempos del editor Hearts. Contra Venezuela han desbordado un intenso bombardeo
de subliminidad comunicacional, con tantos contrastes y ramificaciones, que han
llevado a sus grandes especialistas ideológicos a preguntarse-¿what happen in
the Venezuelan? Todo ha funcionado bien en el Medio Oriente o en otras
repúblicas bananeras. Pero en Venezuela NO.
En la actualidad,
especialmente con el caso Requesens y Borges, voltean el mundo al revés para
justificar lo injustificable. Cual si fueran redentores de los máximos
sacrificios por el bien de la humanidad, los defienden, arremetiendo a través
de las grandes corporaciones mediáticas, enfilando la sicopatía de las redes y
utilizando el absurdo sistema de los medios nacionales.
Para quienes hemos vivido con
intensidad el proceso revolucionario, tenemos presente la desfachatez mediática
antes, durante y después del golpe de estado al Presidente Chávez. A pesar del
asco, fue como despertar ante un absurdo mundo irreal, construido a base de
mentiras, bajo la clara intención de imponer una dominación, abrumando nuestras
mentes. De allí, se ha intensificado tanto el bombardeo sobre la psiquis
criolla y latina, que nos da la impresión de vivir en un mundo de momias deambulando,
profiriendo improperios contra sus propios intereses.
Alguien propone por medio de la
violencia, sangre, dolor, lágrimas y sumir en una cruenta guerra al país. Ver
sufrir y morir hermanos, hijos, madres y amigos. Es como retomar la pesadilla
de la Lídice checa o la Guernica española. Una guerra civil, para quienes no la
han vivido, es el infierno hecho carne. Eso propusieron los héroes de tales
medios, envalentonados por el poderío gringo y la malandrería colombiana. Es la
irrazonable presencia de traidores, abyectos y viles seres, urdidos por los
complejos militares-financieros e industriales gringos, junto a los areperos de
acá. Pero como dijo Erick Rodríguez, la gran batalla está en nuestras mentes.
Afortunadamente, desde las
clases sociales más bajas, ha surgido un criterio sólido del proceso
revolucionario. Allí no se equivocó el comandante Chávez. Mientras la clase
media y alta, veía frustrar su escalamiento o sueño dorado de cumbre
aristocrática, aquellos de la base, siempre vapuleados, precisaron su arco iris
de esperanza. Y es que la solidaridad, amor y crecimiento colectivo, está en
ellos, siempre con la intención de ensanchar alegría y bienestar, traspasando
nuestras fronteras. Por eso, contamos con una resistencia heroica, ya que saben
de dónde viene la agresión. Mientras
clases complacientes, tienen un muro y un dedo de hierro para señalar
culpabilidades del proceso revolucionario por tantos males.
Poderosos medios de
comunicación cuentan con sofisticadas tecnologías de imágenes y sonidos,
rellenas de contenidos diseñados por especialistas de nuestros asuntos. Nos
dicen cuáles deben ser nuestros sueños y señalan a su país como el Olimpo
anhelado. Vámonos pa llá, diría el negro Facundo. Con nosotros no. Nuestro sueño lo diseñó Bolívar y Chávez,
colmado de amor, solidaridad, espíritu libertario, integración familiar,
hospitalidad y abrazo de alegría; lo cual, contrasta con el egoísta individualismo, la heroicidad
puesta en la fuerza de la muerte, la estupidización colectiva, la discriminación
racial, la mala felicidad sobre el sufrimiento de otros pueblos, el
desenfrenado e inducido consumismo y el desamor a la naturaleza.
Medios de comunicación
extranjeros y venezolanos están en la segunda fase del magnicidio frustrado,
banalizándolo, aupando a sus criminales, urdiendo otras fases de agresión, y
también con el temblor de dientes, porque no le justifican los reales a sus
financistas. Chocarán, mil veces chocarán contra el aguerrido pueblo
venezolano. No pasarán por las trincheras donde se hace granítica la esperanza
del país y de todo el mundo latino. Junto a la Providencia, Bolívar y Chávez
están allí, luchando contra la maldad del capitalismo para imponer el
crecimiento hermanado, como lo dijo el Che “ A riesgo de parecer ridículo, todo
revolucionario está precedido por sentimientos de amor”. ¡ La LUCHA SIGUE!
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